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3.17 Mensaje a los poderosos

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá.
- Lucas 12, 48b

Mensaje a los poderosos ¿Tienes algún tipo de poder? Pues ten siempre presente que, como Jesús le contestó: «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto» (Juan 19, 11a). Esto es lo primero que debes tener siempre claro para no considerarte mejor que los demás, pues el poder que tienes es otorgado, no es propio de ti. De hecho, si te perdieras sin nada en medio del amazonas de nada serviría todo tu dinero y tus influencias. Pero no hacen falta ejemplos tan extravagantes, la historia misma está llena de personas con mucho poder que lo perdieron. Tenlo siempre presente. Por supuesto, mientras tengas ese poder utilízalo para el bien de los demás, obrando y haciendo todo por caridad. Aprovecha el tiempo presente, pues al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá (Lucas 12, 48b). Recuerda que eres un siervo de Dios, con una misión aquí en la tierra; y únicamente para que puedas cumplir adecuadamente esa misión Dios te ha concedido ese poder. Sé, pues, fiel a Dios, para que cuando venga no tenga nada que reprocharte, sino que esté satisfecho con tu trabajo, al igual que al siervo fiel a quien su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25, 21).

Sin embargo, si utilizas el poder en tu propio beneficio, recuerda lo que Dios ha hecho en el pasado, porque te lo hará a ti: Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lucas 1, 52). Sé humilde con tu Dios y con los hombres de tu alrededor, porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido (Lucas 14, 11). Por eso, sé humilde y emplea siempre bien lo que se te ha dado. ¿Y qué pasa si ya has empleado mal tu poder? No te preocupes, Dios siempre da otra oportunidad: arrepiéntete, acude al Sacramento de la Reconciliación, repara el daño causado y, a partir de ahora, empléalo correctamente. Así de sencillo. Y si has conocido el amor de Dios, podrás incluso hacer como Zaqueo: Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más» (Lucas 19, 8). Ante todo no olvides nunca que Dios es el único Dios, el único con verdadero poder, y el único que... ¡Nos ama a todos!

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