Al principio creó Dios el cielo y la tierra.- Génesis 1, 1
Introducción ¿Crees en Dios pero no sabes muy bien cómo defender su existencia? ¿Te planteas dudas sobre si Dios puede ser demostrado? ¿Tienes interés en aprender más sobre las “pistas” que Dios deja a nuestro alrededor? Existen muchísimos argumentos a favor de la existencia de Dios y abarcarlos todos en profundidad sería una tarea titánica fuera de nuestro alcance. Sin embargo, podemos esbozar los argumentos lógicos más relevantes que nos llevan a Él con el fin de asentar una base argumentativa más sólida. Concretamente vamos a explicar, aunque sea un poco por encima, los siguientes argumentos que nos llevan a concluir que Dios existe:
Es necesario mencionar que para entender algunos de estos argumentos se requieren de ciertos conocimientos filosóficos y físicos. Sin embargo... ¡No te rindas! ¡El camino de la Verdad conduce inexorablemente hacia Él!
Argumento cosmológico o de las causas eficientes El argumento cosmológico sostiene que todo lo que empieza a existir tiene una causa física. Y esta causa, si ha empezado a existir también, tiene a su vez otra causa. Y así sucesivamente remontándonos hasta la causa primera: la causa del Big Bang (o cualquier otra teoría científica del inicio del universo considerada válida). Se trataría de una causa incausada, pues sería causa de la materia y del propio continuo espaciotiempo: Dios.
Validando la primera premisa, hemos de destacar que la propia ciencia se basa en el principio de causalidad (o ley de causa-efecto). Sobre la segunda premisa, tenemos varias leyes físicas que apoyan la validez de esta premisa. Una de ellas sería el segundo principio de la termodinámica que postula que “la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo”, o lo que es lo mismo, que el universo va a quedarse en un futuro sin energía para utilizar. Como aún tiene energía, como podemos comprobar, se concluye que su existencia pasada es finita.
Destacar además que no es admisible que la serie de causas pudiera ser infinita, ya que eso implicaría una paradoja real: Si el universo es temporalmente infinito (para poder contemplar infinitas causas), no se puede llegar al momento presente. Para ello, antes debe pasar por un periodo infinito de tiempo (y el infinito, por definición, no tiene fin). Sin embargo, como estamos viviendo el tiempo presente, no puede establecerse una sucesión de causas infinitas. Además, la ciencia ha calculado la edad del universo, cuyo nacimiento está demostrado.
Es importante saber que no tiene sentido preguntarse “¿Si todo tiene que tener alguna causa, entonces Dios debería tener una causa?”. Dios debe ser por definición la causa sin causa, por ser un ser divino que está “por fuera” del espacio y del tiempo, al haber sido estos creados por Él. Además, esto simplemente “retrasaría un paso” el problema: sigue sin ser posible que haya una sucesión de infinitas causas. Al final debe haber una causa primera: esa es Dios.
¿Por qué Dios y no un "algo abstracto"? Porque la causa del universo debe ser inmaterial, atemporal, no espacial y enormemente poderosa, pues la causa del universo creó el espacio, el tiempo y la materia. Además, debe ser inteligente (pues la creación tiene unas leyes físicas que la ordenan) y tener voluntad (para querer crear el universo que antes no existía). Es decir, debe ser un “ser personal”: Dios.
Argumento del primer motor inmóvil El argumento del primer motor inmóvil sostiene que Dios es el motor primero de todas las cosas, y se basa actualmente en las leyes físicas de la termodinámica. El argumento concluye que Dios fue el que “puso en marcha” el universo, como si de una enorme y precisa tirada de billar se tratara.
Las críticas a este argumento inciden en que Dios necesitaría también de un motor, pero Dios es el motor de sí mismo por su propia voluntad, dadas sus características divinas y el hecho de no estar sujeto a las leyes físicas a las que el universo si está sujeto.
Argumento de los grados de perfección Este argumento prueba la existencia de Dios a partir de la observación de los grados de perfección, enunciando que Dios es la fuente de todos los atributos buenos. Los atributos malos serían simplemente ausencia de los atributos buenos (por ejemplo, la oscuridad no existe sino sólo como ausencia de luz, que sís es por sí misma). Se enuncia de la siguiente forma:
Respecto a este argumento hay que mencionar que lo perfecto no es un mero modelo mental, pues reconocemos por ejemplo que la belleza “está” en lo que vemos, no en nosotros. Tampoco es viable que exista una multiplicidad de “seres” perfectos, pues el propio atributo de perfección exige que sea uno solo.
Argumento teleológico Argumenta la existencia de Dios basándose en la idea de finalidad, es decir, del fin al que estamos todos llamados a cumplir: el que da sentido a la vida y a las cosas.
Así pues, que las cosas no tengan un mero conjunto caótico de propiedades, sino que estas propiedades estén relacionadas y dirijan a las cosas hacia un fin “de existencia”, prueba la existencia de un director último: Dios.
Argumento del diseño inteligente Este argumento posee distintas variaciones, pero en esencia se puede enunciar como se expone a continuación. Destacar que “X” se puede referir a multitud de cosas que muestran claramente una falta de azar en su compleja composición: el universo, el proceso evolutivo, el propio ser humano (principio antrópico), etc.
El primer razonamiento presenta la crítica de presuponer y asumir previamente que un proceso aleatorio no puede llevar a complejidad de “X”, lo cual invalidaría la argumentación. Sin embargo, existen abrumadoras evidencias empíricas (la complejidad de todas las fórmulas físicas y procesos biológicos descubiertos hasta la fecha por la ciencia) de que la premisa es cierta y aplicable en multitud de casos.
Otra crítica es pensar que para que “X” ocurra, la única alternativa al diseño es que haya ocurrido al azar, argumentando que también hay procesos naturales no aleatorios, por ejemplo de “selección natural” en la teoría de la evolución. Pero bajo esta no-aleatoriedad, subyace un proceso inicial aleatorio (unión atómica para generar moléculas, y unión molecular para generar células, en este ejemplo) que al final desemboca de forma “irrazonable” en la generación de un proceso no-aleatorio.
Argumento de la eficacia matemática irrazonable Las matemáticas parecen a todas luces el lenguaje empleado por Dios para ordenar el mundo. Más allá de qué símbolos y nombres ponemos a los conceptos matemáticos, las matemáticas se ajustan de forma irrazonablemente precisa al mundo natural. Teniendo en cuenta que esto no tiene por qué ser así, se puede enunciar:
Se trata pues de una mezcla y aplicación de los argumentos teleológicos y del diseño inteligente a un área fundamental de la ciencia y la realidad: las matemáticas.
Argumento del ajuste fino Este argumento parte de la base de que en el universo existen una serie de constantes físicas (carga del electrón, constante de gravitación universal, relación entre las fuerzas básicas, etc) que están ajustadas de manera que pueda existir la vida. Una ligerísima variación en alguna de esas constantes impediría la vida e incluso la propia formación del universo conocido. Por lo tanto, tiene que existir alguien que predeterminó dichas constantes: Dios.
La contra-argumentación nos dice que se ignora el rango de variación de alguna de esas constantes que también podrían permitir la vida (fuera del valor actual), por lo que supuestamente serían posibles muchas combinaciones que resultaran en la vida. Destacar sin embargo, que el rango de “vida” de estas constantes debe estar forzosamente acotado inferior y superiormente, debido a las gravísimas consecuencias físicas que suponen los valores extremos. Así pues, y dado que el conjunto de dichos valores es infinito, existe una probabilidad infinitamente mayor de que bajo una elección aleatoria el resultado sea no-vida. Pero existe la vida, luego el argumento se mantiene válido.
Argumento moral Se basa en la conexión que existe entre Dios y los valores morales objetivos (que no subjetivos pues estos no son valores morales). Se argumenta que si los valores morales objetivos existen, entonces Dios existe:
Según este argumento, los ateos pueden ser buenos sin creer en Dios, pero no podrían ser buenos sin Dios. La única forma de deshacer este argumento es relativizar los valores morales, argumentando que estos no son absolutos sino relativos y dependientes de muchos factores. Esto implica decir realmente que todo está permitido, porque no hay un absoluto que ponga un conjunto de valores sobre otros. Es decir, no existe una acción que sea correcta o incorrecta y, por tanto, objetivamente todo está permitido.
Pero en la práctica podemos observar que guerras, holocaustos, genocidios, etc, son claramente condenados por todos. Es más, incluso los perpetradores se auto-justifican apelando a algún tipo de argumento que defienda la bondad de sus actos (aunque lo hagan de forma errónea, y no sea en absoluto una justificación). Así pues, hay una parte de la escala moral común y absoluta para todos: Dios existe.
Argumento de la experiencia religiosa Es un argumento inductivo, basado en la experiencia religiosa de miles de millones de personas a lo largo de la historia de la humanidad. De forma condensada, el argumento se describe así:
Como todos los argumentos inductivos, el resultado no es determinante al 100%, pero sí altamente fiable. Por ejemplo, si hay 1000 personas en un teatro y solo una ve una guitarra en el escenario, es probable que esa persona esté equivocada. Sin embargo, si hay 900 personas que también ven la guitarra, lo más razonable es pensar que existe, y que las 100 restantes están sentadas en un ángulo que les impide verla (por las paredes o el telón). Lo mismo se puede aplicar a la existencia de Dios.
Argumento ontológico El argumento ontológico es un argumento conceptual que trata de demostrar la existencia de Dios como algo intrínseco a sus propiedades y a la lógica. Es, en el fondo, decir que si la lógica existe es porque Dios existe. Se enumera de la siguiente forma:
Las críticas mantienen que este razonamiento pueda aplicarse a cualquier cosa, cambiando la palabra “Dios” por lo que se quiera. Sin embargo, no es más que un cambio de terminología que asignaría a ese nuevo “objeto” todas las características positivas de Dios. Es decir, es un mero cambio terminológico.
Argumento del alma Este argumento surgió para contrarrestar la idea de que lo único que existe es la realidad palpable, y que fuera de lo físico no existe nada. Esta corriente sostiene que el cerebro es lo único que existe y que eso de “pensar” es un proceso puramente físico. Si esto fuera cierto no podríamos diferenciar entre el proceso biológico del cerebro y cualquier otro. Tampoco tiene sentido la subjetividad, el pensamiento o el “yo”. Todo eso no existe: existe solo el proceso biológico. Por lo tanto, no se puede explicar el concepto de conciencia en general ni la auto-conciencia (el que yo sea yo, y no otro). Además esto niega el libre albedrío (que sería una simple ilusión) y haría no fiable a la ciencia (que no tendría un razonamiento inteligente).
Sin embargo, la racionalidad es un aspecto fundamental e innegable de nuestra existencia, y no es explicable en su totalidad físicamente, pues la conforman muchos procesos que no son causa-efecto (intenciones, auto-conciencia, libre albedrío, razonamiento, subjetividad, etc). Existe una parte de la racionalidad que no es física u objetiva, sino subjetiva e inmaterial. Esa parte no se rige por las leyes físicas, pues no es material. Por tanto, “alguien” ha de haber creado y puesto esa parte inmaterial ahí. Y ese alguien sólo puede ser Dios.
Argumento de la razón El argumento de la razón niega la razonabilidad de cualquier argumento ateo empleando la esencia propia del ateísmo: la inexistencia de Dios. Así pues, si no hay inteligencia detrás del universo, nadie ha diseñado mi cerebro con el fin de que pueda alcanzar la verdad. Los átomos dentro del cráneo al organizarse de una manera determinada provocan una sensación a la que llamamos pensamiento. Pero esa sensación podría ser cualquier otra, y podría ser capaz de alcanzar la verdad o podría no serlo. No lo podemos saber. En tal caso... ¿Puedo confiar en mi propio pensamiento para encontrar la verdad, si mi pensamiento son meros átomos bailando al azar? No puedo. Y si no puedo confiar en mi propio pensamiento, no puedo confiar en los argumentos que llevan al ateísmo. Solo puedo creer en la capacidad del pensamiento para alcanzar la verdad si Dios lo capacita para ello. Así pues, nunca puedo utilizar el pensamiento para negar a Dios de forma válida y, por tanto, la única opción fiable es que Dios existe.
Argumento de la necesidad Este argumento nació a partir de la premisa de que los seres humanos crearon o se inventaron un “Dios” para tener paz mental, “satisfacer” sus necesidades y cumplir sus deseos (explicando así la presencia de las miles de deidades a través de los siglos y las culturas). Sin embargo, esta misma “necesidad” de Dios es una prueba más de la existencia de Dios.
Las criaturas no nacen con deseos a menos que exista un modo de satisfacerlos. Por ejemplo, si sentimos hambre, hay comida. O agua para la sed. O las relaciones y el “otro” para la necesidad de amar y ser amados. El hecho de que a lo largo de la historia hayan existido miles de deidades demuestra una clara necesidad de Dios. Y si la necesidad de Dios está, es porque existe una satisfacción de esa necesidad: Dios existe.
Argumento de la existencia Es una variación del argumento de la necesidad, pues lo mismo ocurre con la existencia. Si Dios nunca hubiese existido, nosotros no lo sabríamos y nunca nos preguntaríamos por Él. La luz, por ejemplo, si nunca hubiese existido no habríamos desarrollado ojos y no nos preguntaríamos cosas como: “¿Existe la luz?”, “¿Qué es la luz?”, “¿Qué es ver?”, “¿Por qué no puedo ver?”. Por lo tanto, el mero hecho de que pensemos sobre la existencia de Dios apunta a que existe, pues en caso contrario no hubiese existido la necesidad de preguntarnos sobre Él.
Nótese que no hablamos de conceptos compuestos, derivados o transformaciones de conceptos simples. Este argumento no sería aplicable, como pretenden hacer creer algunos, a la existencia de cosas como “el monstruo del espagueti volador”, “aliens”, etc. Estos conceptos son compuestos, derivados o transformaciones de otros conceptos elementales mucho más simples y básicos, que son los que se aplican en el argumento de existencia.
Argumento de la suficiencia de argumentos Muchos tienden a desestimar gran parte o la totalidad de los argumentos presentados por motivos, detalles y puntualizaciones no muy contundentes, que si hubieran sido aplicadas al resto de la ciencia en general esta no habría avanzado casi nada en muchas de sus ramas. Esto no quita veracidad a todos esos contra-argumentos, que sirven para ir refinando toda la argumentación en favor de la existencia de Dios. Sin embargo, es lógico pensar que si en otras ramas de la ciencia se asumen como ciertas y se aplican en la práctica teorías y metodologías mucho menos probadas y argumentadas que estas, las que defienden la existencia de Dios son mucho más razonablemente asumibles. No parece lógico que pueda concluirse con un 100% de certeza la existencia de Dios, pues iría en contra del libre albedrío (ver más detalles en los argumentos de por qué Dios es bueno), pero sí que puede establecerse una defensa mucho más fuerte de su existencia que de su no existencia.
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