Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».- Marcos 7, 37
La Escucha Una de las cosas más importantes que se necesitan para recorrer el camino de la Vida es conocer personalmente a Dios. Y una de las formas más fáciles de conocer a Dios es la escucha y lectura de las Escrituras*. Pero escuchar la Palabra de Dios no significa oírla. De hecho, el propio Jesús lo explica con una parábola muy clara: salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven (Lucas 8, 5.12). Por eso, si oyes la Palabra y diez minutos después ya no te acuerdas de lo que se ha dicho, el maligno* ha hecho muy bien su trabajo. Por eso... ¡Ánimo! ¡Atento!
Escuchar la Palabra no es memorizar la Biblia, sino escuchar a Dios mismo que te habla a ti. Y al igual que recuerdas lo que te dicen otras personas, aunque no de memoria, conviene recordar lo que te dice Dios. Piensa que Dios siempre te hablará con la verdad por delante para guiarte por el camino de la Vida. Sin embargo, y sobre todo al principio, puede no ser fácil comprender bien lo que Dios nos dice a través de su Palabra. Como todo en esta vida, requiere de práctica y, por supuesto, de la ayuda del Espíritu Santo que nos da los dones necesarios para comprenderla adecuadamente, es decir, según el Magisterio de la Iglesia Católica* y no con interpretaciones libres que dan lugar a sectas. Por supuesto, las homilías de los Sacerdotes y las catequesis de los obispos pueden ayudar a comprender la Palabra.
Trabas a la Escucha No basta con escuchar la Palabra, sino que es necesario ponerla en práctica en nuestra vida. Por eso dirá Jesús: otra parte cayó en terreno pedregoso, y, después de brotar, se secó por falta de humedad. Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan (Lucas 8, 6.13). Esto es lo que nos pasa si, aun prestando atención, no ponemos en práctica la palabra que hemos recibido: llega la prueba, el sufrimiento, la persecución, la enfermedad o cualquier otra dificultad seria... ¡Y abandonamos! Hemos edificado una casa sobre arena, y cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande (Mateo 7, 27). Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron. Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro (Lucas 8, 7.14). Así pues, también es realmente importante en nuestra vida decidirse: ¿Dios o el dinero? ¿Dios o el placer? ¿Dios o mis planes? ¿Dios o el maligno? ¿El camino de la Vida o el de la muerte? Si crees que puedes llevar adelante las dos cosas estás muy equivocado: tarde o temprano dejarás a uno de los dos de lado... y en el peor de los casos ese puede ser Dios. Por eso, recuerda... ¡No puedes caminar por los dos caminos a la vez! Elige solo a Dios, y con Él te vendrá todo.
Los frutos de la Escucha Sin embargo, si escuchas la Palabra e intentas ponerla por obra, o lo que es lo mismo, si eliges el camino de la Vida, serás como la semilla que cae en tierra buena: lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia (Lucas 8, 15). Efectivamente, debes escuchar, conservar la palabra y con perseverancia darás fruto por la gracia de Dios. Quizás no hoy ni mañana, pues no dice “y dan fruto inmediatamente” sino “y dan fruto con perseverancia”. Pero al final, esta es la forma de recorrer el camino de la Vida: escuchando y diciendo a Dios como María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lucas 1, 38a). ¡Pues es ciertamente lo mejor!
La Palabra de Dios es la única capaz de llegar al corazón del hombre y hacer que se sienta profundamente amado. Es la única palabra capaz de hacer frente al maligno. La Palabra de Dios es viva y eficaz, pues cumple aquello que dice. Si estás deprimido te habla del amor que Dios te tiene, si estás perdido te indica el camino correcto, si estás alejado te llama con fuerza, si te equivocas te corrige con misericordia, si estás triste te consuela con bellas palabras, si tienes oscuridad en tu vida te ilumina y guía. La Palabra es una de las formas que tiene Dios de hablar contigo y es el alimento de todos los cristianos. De la Palabra de Dios se dice: lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero (Salmo 119, 105); y en otro lugar: santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad (Juan 17, 17). Y en base a esta Palabra, vivida a lo largo de los siglos, se han definido los dogmas* de la Iglesia Católica. Además, la Palabra de Dios es la única que habla a lo íntimo de nuestro corazón, porque a Dios no se le oculta nada: Él te conoce profundamente. La Palabra de Dios es, en definitiva, una palabra de amor que tiene el poder de cambiar nuestro corazón. Porque no con exigencias y leyes, sino con el saberse amado de verdad, uno cambia de actitud y empieza a recorrer el camino de la Vida. Y lo hace con una inmensa gratitud al amor recibido, pues... ¡Dios nos ama de verdad!
Práctica La Lectio Divina o Scrutatio es una tradición* que nos enseña una forma particular de leer y meditar la Palabra de Dios, poniendo en el centro a Dios mismo, que nos habla en su Palabra, y concretizándola en la vida diaria. Estoy convencido de que, si esta práctica se promueve eficazmente, producirá en la Iglesia una nueva primavera espiritual (Benedicto XVI)[16]. Se compone fundamentalmente de cuatro pasos: preparación, lectura, meditación y oración.
Pues bien, vamos a poner en práctica la Lectio Divina con varias Palabras de la Escritura que son claves para comprender la importancia de elegir con perseverancia el camino de la Vida, como respuesta al amor que Dios nos tiene. Hemos escrito para estas primeras veces unas breves guías acompañando a cada pasaje, que te permitirán realizar la Lectio Divina de una forma sencilla y guiada. ¡No te las pierdas!
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