Une diversión, enseñanza y evangelización, con nuestro juego de rol sobre la Biblia que refuerza el capítulo: Custodio Animae.

2.7 Exilio y Salvación

¡Efraín es mi hijo querido, él es mi niño encantador! Después de haberlo reprendido, me acuerdo y se conmueven mis entrañas. ¡Lo quiero intensamente! -oráculo del Señor-.
- Jeremías 31, 20

El Exilio de Israel El exilio* de Israel en Babilonia duró 70 años. Este fue un tiempo muy duro para el pueblo de Israel, como describen en el libro de las “Lamentaciones”. Es un tiempo de arrepentimiento y de vuelta a Dios, movido por el sufrimiento que pasaron. Israel se da cuenta de la magnitud de su pecado, de que ha abandonado a Dios y su Ley de vida, que han hecho el mal, que han robado, idolatrado, asesinado, etc. Así pues, arrepentidos, declaran a Dios como Señor de la historia y le suplican para que tenga misericordia. Le piden que renueve los antiguos prodigios que hizo en Egipto, al mismo tiempo que se arrepienten y suplican el perdón de su propio pecado. Israel, en el exilio, duele verdaderamente sus pecados, se arrepiente y hace serio propósito de abandonarlos, clamando a Dios por su misericordia. Esta es la experiencia del terrible sufrimiento que acarrea el pecado, un sufrimiento que hemos experimentado en nuestra propia piel muchas veces aunque quizás no fuéramos conscientes de cual era su origen: el pecado. Sin embargo, también es la experiencia del arrepentimiento profundo del que se reconoce pecador, porque si algo bueno tiene el sufrimiento es que nos permite pararnos y recapacitar.

Jeremías, Ezequiel y Daniel son los profetas que el pueblo de Israel tiene en el exilio, porque Dios nunca abandona a nadie a su suerte. Ellos al principio destruyen las falsas esperanzas de Israel en los ídolos anunciando que el destierro será largo; y luego llaman al arrepentimiento y la vuelta a Dios al pueblo entero. Ezequiel, como Oseas, hace una figura entre el matrimonio y la relación de Israel con Dios: Dios había salvado y enamorado a Israel durante toda su existencia como pueblo, y lo había colmado de bendiciones y belleza. Pero tú, confiada en tu belleza, te prostituiste; valiéndote de tu fama, prodigaste tus favores y te entregaste a todo el que pasaba (Ezequiel 16, 15). Pese a todo, ambos profetas terminan anunciando la restauración de Israel, por puro amor de Dios que escucha la voz de su pueblo arrepentido. Les promete la vuelta del destierro y la creación de una alianza nueva, que llevarán inscrita dentro de sus corazones. Así pues, conviene preguntarse... ¿Nos arrepentimos de las “prostituciones” que hemos tenido con los ídolos (dinero, prestigio, fama, afectos, etc) aunque sabíamos que teníamos a Dios en nuestra casa?

La Salvación de Israel Isaías anuncia de antemano esta nueva alianza siguiendo con la figura del matrimonio: Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi predilecta» y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo (Isaías 62, 4). Esta nueva alianza verá su plenitud en Jesucristo, que es claramente anunciado en los cuatro cantos del Siervo de Yahvé. Estos cantos presentan la figura de Jesús, que humillado y despreciado por todos, carga con la culpa de la humanidad, con tu culpa y la mía, y nos regala la Salvación definitiva: él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron (Isaías 53, 5b). ¡Dios nos ha amado cuando nosotros le traicionábamos!

Así pues, Dios suscita al rey Ciro que hace volver de Babilonia a Jerusalén al Resto de Israel, convertido ya a Dios. Allí, con Nehemías y Esdrás al frente, reconstruyen la ciudad empezando por el templo, pues Dios ya es lo primero para ellos. Dios manda al pueblo nuevos profetas: Ageo, Zacarías, Malaquías... Estos profetas guían al pueblo en la reconstrucción física y espiritual de Israel, y anuncian la venida del Mesías que traerá la Salvación definitiva. Dios, de nuevo, no abandona a su pueblo, como no abandona a ningún hombre, y lo va guiando prudentemente por el camino de la Vida. Sin embargo, el pueblo de Israel, deseoso de no volver a idolatrar ni apartarse de Dios se aísla y rompe todos los lazos con los pueblos vecinos, excluyendo a todos los demás de participar de la Salvación de Dios.

La Salvación es para todos Pero Dios, aunque al principio escogió al pueblo de Israel, quiere que todos lleguen a la Salvación. Él envía a Jonás, pese a sus reticencias, a llamar a conversión a un pueblo pagano. Dios rompe en Jonás, como signo de Jesucristo, la barrera que dividía al pueblo de Israel con el resto de los pueblos, llamando a un pueblo pagano a conversión. Además, Dios se manifiesta como autor de la historia personal de cada hombre, y no sólo de la historia global. En el libro de Tobías, Dios lo bendice otorgándole mujer y posesiones, y devolviéndole la vista a su padre. Además, le invita a escribirlo y a anunciar las obras que Dios ha hecho con Él a todos los hombres: le invita a ser testigo del amor de Dios. ¡Tal como nos invita a nosotros!

Dios suscita también sabios, que guiarán al pueblo escribiendo los libros de Job, Proverbios, Cantar de los Cantares, Eclesiástico, Sabiduría, etc. En ellos Israel pone por escrito las enseñanzas que Dios les ha ido revelando en su historia. Así pues, por ejemplo, el Cantar describe bellamente el amor de Dios con el pueblo de Israel, y con todos y cada uno de los hombres. En el libro de Job se deja entrever el misterio del sufrimiento de los inocentes, pues Dios no es un Dios que castiga a los malos y bendice a los buenos inmediatamente, sino que usa de paciencia y amor con todos, como Israel ha visto en su historia. La explicación al sufrimiento del hombre no es tan simple como “es un castigo de Dios por ser malo”, sino que se entiende únicamente desde la perspectiva de la historia de Salvación, y su objetivo es el bien último del hombre: su Salvación. Pues considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará (Romanos 8, 18). Al final, detrás de toda la historia de Israel y de la nuestra, está siempre el amor de Dios presente.

Práctica Aunque Israel tuvo muchas oportunidades para volver a Dios, decidió una y otra vez no hacerlo, y por eso le llegó la desgracia. Pese a todo, Dios insiste con su Pueblo, al igual que insiste con nosotros, y al final Israel recapacitó y se arrepintió profundamente de sus pecados. ¡Volvió a Dios! Esa opción también la tenemos nosotros, pues Dios nos perdona si nos arrepentimos a través de la confesión sacramental. ¿Y cuáles son las consecuencias de arrepentirse y volver a caminar por el camino de la Vida? ¡Simplemente maravillosas! La Lectio Divina de las siguientes lecturas nos lo mostrará:

Isaías 40, 1-5 (Consolación de Israel)
Isaías 49, 13-20 (Promesa de restauración)
Isaías 54, 1-10 (Jerusalén esposa y madre)
Jeremías 30, 17-24 (Promesa de restauración)
Oseas 2, 18-25 (Fertilidad y nupcias)
Oseas 11, 7-9 (Reproches y angustias)
Sofonías 3, 14-20 (Promesas y esperanza)

Efectivamente, el pueblo de Israel, al ver cómo había terminado por culpa de sus pecados, reconoce sus errores y su rebeldía, y se arrepiente. Claman a Dios en busca de auxilio y vuelven de corazón a Él. Y Dios, que los ama, escucha su clamor y los salva. Y lo mismo hará contigo si te arrepientes y, como hizo el pueblo de Israel, te acoges a Él.

Conviene, pues, reflexionar de nuevo sobre qué camino estamos escogiendo en nuestra vida. Porque ciertamente hay dos caminos. Uno, de la vida; otro, de la muerte. La diferencia entre ambos es grande (Didajé 1, 1)[70]. Por supuesto, Dios nos ama igual escojamos el que escojamos, y por eso no deja o bien de amonestarnos y reprendernos para que cambiemos de actitud, o bien de animarnos y consolarnos para que mantengamos la esperanza en Él. Porque al final, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2, 4), hará lo que esté en su mano, sin violar tu libertad, para darte a conocer su amor y que tú respondas a ese amor con amor. Porque eso te hará feliz.

Comentarios

Luis Antonio(24-10-2024)
Dios jamás se cansa de perdonarnos: nosotros somos los que nos cansamos de buscar perdón... parafraseando a papa Francisco.
Cierto. No en vano pidió perdonar setenta veces siete. Aún así, no seamos tan necios de despreciar su perdón. La paz.
Diego Fernando Puerta(10-02-2024)
Debemos revestirnos de la gracia del Espíritu Santo. Ser obedientes a Dios y anunciar las buenas nuevas del Reino de Dios, llevando a los hijos e hijas de Dios al arrepentimiento y a una conversación verdadera.
Esperamos que Dios le allane el camino para ello. Dios le bendiga. La paz.
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Notas y aclaraciones

... exilio*
Exilio El exilio fue la corrección y el castigo por los pecados de Israel, porque el Señor corrige a los que ama, como un padre al hijo preferido (Proverbios 3, 12). Uno de sus objetivos, que logró, fue el de mover al pueblo de Israel al arrepentimiento y a la vuelta a Dios. El exilio duró 70 años y terminó cuando Dios los liberó por mano del rey Ciro.