Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.- Santiago 4, 3
Cómo debemos Orar Muchas veces rezamos y no obtenemos nada, aunque Jesús había dicho pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá (Mateo 7, 7), y el motivo es claro: no sabemos rezar. La oración es un arma potentísima, que aleja al maligno y ocupa nuestra mente con Dios mediante un dialogo constante con Él. Pero... ¿Cómo debemos rezar? Pues bien, Jesús mismo nos lo explica claramente:
Además, conviene acompañar siempre la oración de la escucha de la Palabra de Dios, donde Dios responde a nuestras plegarias con su Palabra. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas (Marcos 11, 25).
La oración continua La oración del cristiano ha de ser continua porque Dios quiere habitar en nosotros, hablar con nosotros y estar con nosotros, como dos esposos quieren estar juntos en todo momento. Y la mejor forma que tenemos de hacerlo es a través de la oración. Por eso, en todo momento, encerrando tu mente en el corazón y manteniendo la atención en Él, ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará (Mateo 6, 6b). Pero en medio de nuestra ajetreada vida... ¿Es esto realmente posible?
San Ignacio de Loyola decía que siempre y a cualquier hora que quería encontrar a Dios, lo encontraba (San Ignacio de Loyola)[64], y lo hacía en la oración interior del corazón. Y al igual que él, muchos otros Santos conocidos y otros miles de Santos de los que no tenemos noticia alguna vivían su vida diaria asiduos en la oración (Romanos 12, 12b). ¡Y tú también puedes! La oración continua es una gracia de Dios, es decir, es algo que no puedes alcanzar sólo con tus esfuerzos, sino que la regala Dios. Pero lo que sí podemos hacer es gritarle a Dios que nos la conceda, y ordenar nuestra vida para recibirla siguiendo las recomendaciones que San Pablo nos dejó escritas: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno. Guardaos de toda clase de mal (1 Tesalonicenses 5, 16-22).
No es lo mismo orar constantemente que vivir en oración continua. Lo primero es algo que se puede hacer, por ejemplo, empleando la oración del corazón, tradición monástica oriental nacida de la parabola del fariseo y el publicano (Lucas 18, 9-14), que dice: ¡Señor Jesús, hijo de Dios, ten compasión de mí, que soy pecador! Repetir con la mente y la atención recogidas en el corazón continuamente esta oración prepara el camino para recibir la oración continua de Dios, en la que tendremos siempre a Dios presente en cada acto de nuestra vida, pues en él vivimos, nos movemos y existimos (Hechos 17, 28a). Por eso, conviene que oremos constantemente, pues... ¿Qué hay mejor que hablar con Aquel que tanto nos ha amado? No olvides, pues, que no es nada dificultoso este ejercicio, porque se puede entrelazar en todos nuestros negocios y ocupaciones, sin que por eso se estorben (San Francisco de Sales)[102].
El Padre Nuestro Sin embargo, y pese a todo, puede ser difícil rezar en ocasiones de dificultad u oscuridad. Por ello, Dios nos lo deja más sencillo aún, y nos regala el Padre Nuestro (Mateo 6, 9-13; Lucas 11, 2-4). Esta es la oración perfecta dirigida al Padre, que nos ama, y en la cual está la forma perfecta de orar cristiana. Vosotros, pues, orad así:
En primer lugar llama a Dios Padre, pues así es como Él ha querido que le conozcamos, y de esa forma quiere que nos fiemos de Él. Porque como un padre busca el bien de sus hijos y no les concede nada que pudiera dañarlos seriamente, así mismo busca Dios nuestro bien en toda ocasión. A continuación, una llamada a la humildad: santo sea Dios y nosotros con Él. Venga tu Reino, pues un cristiano desea eso más que muchas otras cosas: el Reino de Dios, de amor y felicidad. Un Reino que Dios nos ha prometido, y que podemos obtener ya en esta vida pese a todos los problemas que tengamos.
Como habíamos comentado antes, que se haga lo que Dios quiera, pues Él sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Y nuestras peticiones pueden andar erradas por muy rectas que nos puedan parecer. Así pues, lo mejor es que sea Dios quien decida al final. A continuación, le pedimos lo que necesitamos para vivir hoy: hoy, y no mañana, pues la oración es continua, y ya mañana le pediremos lo que respecta a ese día. Perdón por nuestros pecados, muchos de los cuales nos pasan inadvertidos, seguido de un recordatorio claro de que nosotros también debemos perdonar a los demás. Y por último, una llamada para que nos auxilie en el combate diario del cristiano contra el maligno, para proteger nuestra fe y nuestras obras. Una oración a Dios perfecta.
¡Hay mucho más! Pero no solo esto, la Iglesia pone a nuestra disposición una gran variedad de oraciones, pues al fin y al cabo también se conoce a la oración como el oficio verdadero del cristiano. Laudes, hora intermedia, vísperas, completas*; los salmos*, la adoración Eucarística*, oraciones de intercesión a la Virgen María y a los Santos, plegarias para situaciones concretas, y mucho más. La riqueza de la Iglesia en este aspecto es realmente impresionante y, por eso, es realmente importante ir descubriéndola con perseverancia, como dice San Pablo: sed asiduos en la oración (Romanos 12, 12b).
Ten por cierto que Dios escucha tus plegarias. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido (1 Juan 5, 15). Y lo sabemos porque hemos conocido el amor de Dios, que actúa como un Padre en nuestra vida. ¿Y hay algún padre que ignore o dé cosas malas a sus hijos? Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden! (Mateo 7, 9-11). El ejemplo más común de oración, quizás, es pedir por la salud de un enfermo. Y dependiendo de la situación esta petición puede ser mala, y Dios puede no concederla... ¿Por qué? Pues, por poner un motivo entre mil más, porque puede que ese sea el momento oportuno para pasar al Padre y entrar en la vida eterna; y si continuara viviendo quizás perdería la Fe y se le cerrarían las puertas del Reino de Dios. O quizás no, y Dios realmente lo cure de su enfermedad. Por ello, tú, reza por su bien*, no sólo por su salud.
Práctica En primer lugar, para comprender adecuadamente la forma de orar es importante hacer la Lectio Divina de los siguientes pasajes bíblicos, donde el mismo Jesucristo nos explica de forma sencilla cómo debe ser nuestra oración al Padre.
La única forma de poner en práctica la oración es rezando. Para ello, una vez hemos comprendido cómo se debe rezar, es importante rezar siempre. Y una forma muy buena de hacerlo es empezar todos los días con los Laudes. Ahora mismo, muchas veces nos levantamos murmurando y con pocas ganas de trabajar o estudiar. Empezamos el día mirándonos a nosotros mismos y a nuestros problemas. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante (Salmo 17, 15). Así pues, con los Laudes, te levantas bendiciendo a Dios y pidiéndole ayuda para el resto del día. Te levantas con una Palabra de parte de Dios para ese día. Te levantas, en definitiva, mucho mejor que si no los haces. Por ello, vamos a hacerlos todas las mañanas en la soledad de nuestra habitación o en la parroquia, excepto el domingo que continuaremos haciéndolos en familia. Conviene cuando no se hagan en familia, añadir entre la lectura breve y el Evangelio las dos lecturas largas del oficio de lecturas. Estas lecturas, aunque inicialmente podamos no comprenderlas, nos irán instruyendo cada mañana en la Fe que queremos vivir.
Por último, comentar que puedes recordar todo lo que vamos planteando en el curso si miras el apéndice 1 llamado “Plan de vida”. Recuerda que al completar esta sección convendría que realizaras el rezo de Laudes diario, que se suma al resto de oraciones que hemos introducido anteriormente, como el rezo del Santo Rosario, la oración continua u oración contra el maligno, etc. ¡No hay que olvidar ninguna de ellas! Pues conviene que nuestra vida sea una verdadera vida de oración.
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