Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.- Mateo 5, 11
Persecución La persecución de los cristianos es, por desgracia, bastante común en todo el mundo. En algunos países del “primer mundo” a través de difamaciones, manifestaciones, ataques periodísticos, vandalismo, etc. En otros países, la represión está directamente impuesta por el propio gobierno o por la mayoría de la sociedad. Y todo eso sin mencionar los ataques terroristas que suceden en muchos lugares del mundo contra los cristianos, y que dejan miles de mártires cada año. Pero ya Jesús nos avisó: Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo (Juan 16, 33). Que Dios os acompañe e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos (Efesios 1, 18). Recordemos siempre que, pese a nuestra debilidad, podemos aceptar y amar al pecador cargando con su pecado, porque Dios es nuestra fuerza, como atestigua San Pablo: Todo lo puedo en aquel que me conforta (Filipenses 4, 13).
Efectivamente, los cristianos tenemos anunciada la persecución. No la buena vida, que todo te irá bien, o que con Dios todo será de color de rosa en esta vida. No. La persecución y el sufrimiento. Y nos lo dijo el mismo Jesucristo en quien creemos: Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra (Juan 15, 20). Por eso, hijo, si te acercas a servir al Señor, prepárate para la prueba (Eclesiástico 2, 1). Esto puede parecer aterrador, pero nada más lejos de la realidad, porque también se nos ha anunciado otra cosa: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos (Mateo 28, 20b). O lo que es lo mismo, Dios nos acompaña y auxilia en la tribulación de forma que no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla (1 Corintios 10, 13). Porque nada hemos de temer en este mundo si estamos de parte del Todopoderoso, de forma que en el siguiente mundo obtendremos por su gracia la vida eterna.
Así pues, los cristianos viven atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados (2 Corintios 4, 8-9). Efectivamente, la persecución anunciada por Cristo, en alguna de sus formas, está ya presente en nuestra sociedad y en nuestro día a día, pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado (Romanos 8, 37). Y el desenlace de esta persecución es la vida eterna, en especial, para todos los que han sido fieles en el combate de la Fe y siempre que han caído se han levantado. Porque en medio de una gran tormenta, como las que podemos tener en medio de nuestra vida, donde el agua de la muerte, embravecida, amenaza con hundirnos, y donde nosotros nos aterramos; aparece Jesús y dice “Ven”. Y Pedro, escuchando y mirando a Cristo, caminó sobre las aguas. Caminó sobre la muerte. Sobre el problema que lo aterraba hasta ese momento. Porque creyó firmemente en lo que Jesús le dijo: tiene Fe. Pero entonces sucede algo: Pedro vuelve a notar la fuerza del viento y las olas, deja de mirar a Cristo y se ve a sí mismo en medio de un mar embravecido, en una situación desesperante, y le entra miedo y se hunde. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?» (Mateo 14, 31). En resumen, ante una misma situación de dificultad, o vence el miedo en nosotros y estamos tristes, o vencemos al miedo con la Fe y la confianza en Dios, y estamos alegres.
Martirio El primer martirio por anunciar a Jesucristo es el martirio de Esteban (Hechos 7), pero incluso antes de este tenemos muchos otros martirizados por ser fieles a Dios. Ejemplos de ello son Juan el Bautista (Mateo 14, 1-12), Eleazar (2 Macabeos 6, 18-31) o los siete hermanos Macabeos (2 Macabeos 7), entre muchos otros. Lo mismo ocurre a lo largo de la historia de la Iglesia, con mártires como Santa Eulalia, Santas Perpetua y Felicidad o San Cipriano. Los mártires cristianos se cuentan por millones. Sí, millones. Pero... ¿Por qué llegar a este extremo? Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros (Mateo 5, 11-12). Por eso, los cristianos no tienen miedo a la persecución: saben que la van a tener.
Los testimonios de los mártires son testimonios realmente aterradores, pero a la vez llenos de la luz del Evangelio y del amor de Dios por todos los hombres, independientemente de su condición. Son personas que han visto cumplidas las palabras de San Pablo: Por lo demás, hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso santo. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros (2 Corintios 13, 11-13). Ellos han visto que esto es verdad, han conocido el amor de Dios... ¡Dios les ha amado! Y su respuesta a este amor ha sido amar, incluso a costa de su propia vida, manteniéndose siempre fieles a Dios y a su Voluntad.
Práctica Hoy en día también hay muchísimos mártires cristianos, asesinados por su Fe y por vivir el Evangelio. De hecho, en la actualidad, en diversos países de Oriente Medio, los cristianos están siendo perseguidos y, en muchas ocasiones, violados, torturados y asesinados. Concretamente, en Irak y Siria, los cristianos han sido obligados al éxodo, a pagar un impuesto inasequible de protección, a convertirse al islam o a morir. Pero aunque paguen el impuesto no están seguros, pues se han mostrado muchísimas imágenes de atrocidades cometidas contra ellos. Y habrá muchas otras que no se muestran, pero que aumentan sin parar el número de los mártires por causa de Cristo. Esto nos ha de mover necesariamente, en primer lugar, a la oración incesante por todos ellos. Y en segundo lugar, a tratar de ayudarlos de forma concreta en la medida de lo que a cada uno le sea posible, y a través de las organizaciones que pueden hacerlo.
Es conveniente plantearse qué pasaría si realmente nos viéramos ante la persecución, y cómo reaccionaríamos... ¿Abandonaríamos nuestra Fe Católica? Aunque espero sinceramente que no, pido a Dios que nos guarde, pues ciertamente y ante una situación tan dramática no estamos libres de ello. Recordemos que Dios está siempre con nosotros, que no nos abandona, y que tiene preparado para nosotros la vida eterna; pues en la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar (Juan 14, 2). Y sí, la persecución ha llegado también al primer mundo, y ya hay muchos casos de persecuciones “disimuladas” a los cristianos, que pueden leerse en noticiarios católicos. En realidad, nunca se ha ido, pues hace algunas décadas también aquí muchos católicos fueron asesinados por su Fe. Y en la actualidad, en algunos casos, las agresiones no son nada disimuladas, como ocurrió en el asalto a la Catedral de Posadas (Aciprensa)[41] la noche del domingo 7 de octubre de 2012 en Argentina, donde un grupo de activistas radicales insultaron, vejaron, pintaron, agredieron y escupieron a los católicos que rezaban, exhibiéndose y pintando y destrozando el mobiliario público de los alrededores. No incluimos las imágenes pues pueden herir la sensibilidad de muchos. Y esto ha ocurrido en muchísimas otras ocasiones.
Su comentario será revisado y contestado, vuelva en dos o tres días para verlo. ¡Gracias!
Consigue la versión impresa del curso y disfruta de una lectura muy agradable, sin interrupciones y constructiva.
Comprando el libro apoyas a esta iniciativa de evangelización. ¡Gracias! ¡Dios le bendiga!
Dios, que te ama con locura, te espera en su casa, la Iglesia, para celebrar la gran fiesta dominical. ¡No te pierdas su invitación!
Une diversión, enseñanza y evangelización con Custodio Animae, nuestro videojuego sobre la Biblia que refuerza este curso.
Custodio Animae es un juego de rol cristiano y gratuito que te permite vivir la historia de Salvación acompañando a un ángel custodio.
En este espacio usted puede participar en nuestra gran comunidad, accediendo a los siguientes foros de comunicación:
Además, no dude en acudir a su parroquia, pues la presencia y cercanía física es siempre insustituible. ¡Dios le bendiga!