Gabriel Galán Imola(23-05-2023)
Queridos hermanos en Cristo Jesús y María Santísima, los comentarios desarrollados precedentemente en el artículo son excelentes. Quería complementar, como opinión personal, que en este relato se muestra como todo relato profético proveniente del Espíritu Santo, único y verdadero predicador, el tiempo y el espacio no son únicamente los de la humanidad. Nos reflejan también una dimensión de Dios eterno. Así, al mismo tiempo, la prueba del sacrificio de Isaac, el único, cuando estaba prometida la descendencia, va dirigida a Abraham, al hombre. Dios prueba la fidelidad del hombre, si hizo o no un ídolo de su hijo. Ahora bien, al mismo tiempo anuncia, en una especie de tiempo divino, que Él, el Dios vivo y eterno, demostrará su fidelidad, la de Dios, a las promesas hacia el hombre, a través de Cristo, la liberación de la muerte y el pecado, y la reapertura del Cielo en el Ungido, el Cristo, su único hijo.
Así es, y así lo simboliza el cordero que al final es sacrificado en lugar de Isaac. Toda Palabra de Dios tiene su cumplimiento, en la dimensión y tiempo divino, en Cristo Jesús: el que era, el que es y el que está viniendo. ¡Bendito sea Dios!
Luzman Maria Buritica(13-08-2021)
Muchisimas gracias. Este artículo me ayudó mucho para comprender mejor el sentido de la cita. Es una manera muy clara de enseñarnos que no debemos quedarnos con lo obvio, sino que debemos ir mas alla para buscar realmente lo que nos dice la Palabra de Dios a cada uno en particular. Mil bendiciones.
Es importante, como bien dices, darse cuenta que la Palabra de Dios nos habla a cada uno en nuestra vida. Es una palabra viva cuyo intérprete es el Magisterio de la Iglesia Católica. ¡Ánimo!