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1.12 La lucha contra Dios

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
- Hebreos 4, 12

Invocación al Espíritu Santo Para empezar la Lectio Divina hagamos la señal de la cruz y recemos el himno Veni Creator Spiritus. De esta forma pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a comprender y poner por obra esta Palabra que vamos a escrutar.

Ven, Espíritu creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador, Don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la mano de Dios; Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra. Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía y, puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo. Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti, espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén (Veni Creator Spiritus)[80].

Lectura Jacob era el hijo menor de Isaac y no debía heredar las promesas de Dios pero debido a que su hermano Esaú le vendió la primogenitura, acabó heredándolas. Esto provocó que él huyera de su casa, perseguido por su hermano, hasta que Dios le mandó volver. Esta lectura se enmarca dentro de esa vuelta, en la que Jacob se resiste a la voluntad de Dios.

Todavía de noche se levantó Jacob, tomó a las dos mujeres, las dos criadas y los once hijos, y cruzó el vado de Yaboc. Después de tomarlos y hacerles pasar el torrente, hizo pasar cuanto poseía. Y Jacob se quedó solo. Un hombre luchó con el hasta la aurora. Y viendo que no podía a Jacob, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa mientras peleaba con él. El hombre le dijo: «Suéltame, que llega la aurora». Jacob respondió: «No te soltaré hasta que me bendigas». Él le preguntó: «¿Cómo te llamas?». Contestó: «Jacob». Le replicó: «Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido». Jacob, a su vez, preguntó: «Dime tu nombre». Respondió: «¿Por qué me preguntas mi nombre?». Y le bendijo (Génesis 32, 23-30).

En primer lugar conviene mencionar que en aquella época era común tener varias esposas, pues Dios aún no había revelado la grandeza de este Sacramento que une en igual dignidad a un hombre y una mujer con el fin de formar una familia. Efectivamente, los profetas fueron preparando la conciencia del Pueblo elegido para una comprensión más profunda de la unidad y de la indisolubilidad del matrimonio (Catecismo 1611), pero en este momento de la historia de Salvación la poligamia de los patriarcas y de los reyes no es todavía criticada de una manera explícita (Catecismo 1610), aunque sí lo será más adelante, cuando estén preparados para ello, pues la revelación de Dios ha sido progresiva.

Lo importante de esta lectura es que Jacob se rebela contra Dios, pero Dios es siempre más fuerte y vence. Aun así, Jacob fue una persona sensata y, al ver que no podía vencer, decidió ponerse del lado de Dios. Aceptó la voluntad de Dios. Se convirtió. Y por eso el ángel le dijo al final que había vencido, pues ser de Dios es una victoria. Y por eso recibe un nombre nuevo, signo del hombre nuevo en el que se ha convertido. De hecho, en un paralelo, el profeta Oseas narra esta conversión con otras palabras, mientras que nos invita a nosotros a hacer lo mismo:

En el seno materno suplantó a su hermano, y en la edad adulta luchó con Dios. Luchó con el ángel y lo pudo, él lloró y le suplicó. En Betel lo encuentra, allí habla con nosotros: Señor, Dios del universo, «Señor» es su nombre. Tú regresarás por obra de tu Dios. Procede con amor y con justicia y confía siempre en tu Dios (Oseas 12, 4-7).

Meditación Esta lectura es una gran llamada a conversión para todos nosotros, en la que todo tiene un significado y un sentido muy interesante. En primer lugar, hay que destacar el hecho de que Jacob hiciese pasar a todos y a todo al otro lado del río y se quedara completamente sólo cuando apareció el ángel. Porque el encuentro con Dios en la tribulación, en la prueba y en tantas otras ocasiones, es un sólo a sólo. Porque la conversión se da siempre en un dialogo personal de cada uno de nosotros con Dios. Y ninguno de los bienes, recursos o afectos que tengas te podrá ayudar en ese momento.

Este combate de Jacob representa la lucha que tenemos nosotros con Dios continuamente. Mi voluntad contra la suya. Lo que yo quiero contra lo que Él quiere. Pero el desenlace es más que obvio, porque solo Dios es Dios. Jacob se mantuvo fuerte en el combate, y Dios parecía perder: Y viendo que no podía a Jacob, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa mientras peleaba con él (Génesis 32, 26). Y Dios vence. Como vence en nuestra vida muchas veces, haciéndonos ver que el camino que estamos tomando no es el adecuado. Y sobre todo, haciéndonos ver nuestra debilidad: que no somos dioses.

En este momento se presentan a Jacob dos opciones: rendirse y quedarse tirado solo en medio de la nada, o unirse a Dios y vencer con Él. Por supuesto, Jacob elige la segunda: unirse a Dios. El hombre le dijo: «Suéltame, que llega la aurora». Jacob respondió: «No te soltaré hasta que me bendigas» (Génesis 32, 27). Y con esto, Jacob nos enseña qué debemos hacer cuando nuestras fuerzas se terminan y perdemos la batalla: orar y pedirle a Dios su bendición. Pero esto sólo nos nacerá hacerlo cuando descubramos que la voluntad de Dios es siempre la mejor, como han afirmado muchos santos. Por eso, este relato es la imagen del combate espiritual y de la eficacia de la oración perseverante.

Es importante también darse cuenta de que la lucha fue larga, porque muchas veces nos empeñamos en hacer nuestra voluntad una y otra vez. Por eso, Jacob pasó toda la noche luchando contra Dios y no pudo vencer. Y fue una noche oscura y larga, símbolo del combate espiritual que los católicos tenemos, en el que muchas veces nos parece todo oscuro y sin salida. Pero al final, cuando nos dejamos vencer por Dios y aceptamos su voluntad, sus planes y su amor, amanece la luz de un nuevo día en nuestras vidas. Pero esto muchas veces ocurre después de algún acontecimiento doloroso, como lo fue para Jacob dislocarse el fémur.

Fue entonces cuando Dios lo bendice, al igual que nos bendice a nosotros. Y hace mucho más que eso. Como bien dice Oseas, Dios engendra en nosotros un hombre nuevo capaz de amar, capaz de observar el derecho y capaz de confiar siempre en Dios. Porque en ese momento Jacob ha conocido su debilidad, que es propia de la criatura humana que es, y ha decidido apoyarse en Dios. Y Dios lo ha bendecido. Y le ha dado un nombre nuevo, que es símbolo del hombre nuevo que acaba de nacer en él. Y ya no se llamará más Jacob, sino Israel. Y su nombre nuevo continúa perdurando hasta el presente, al haber dado nombre a toda una nación. ¡Porque los planes de Dios son maravillosos!

Una vez terminada la meditación, permanezcamos cinco minutos en oración silenciosa, meditando a la luz de la Palabra la siguiente pregunta: “¿Qué me dice Dios a mi vida concreta con esta Palabra?” Cuando más práctica, concreta y aplicada a nuestra vida sea la respuesta, mejor. Porque con esta Palabra Dios te esta hablando hoy personalmente a ti.

Oración Continuemos la Lectio Divina con una oración personal a nuestro Padre celestial, pidiéndole lo que necesitamos para llevar a nuestra vida esta Palabra, y dándole gracias por habernos ayudado a comprenderla. A continuación, recemos el Padre Nuestro y no nos olvidemos de nuestra madre María saludándola con un Ave María. Terminemos, finalmente, realizando la señal de la cruz con la intención de llevar esta Palabra con perseverancia a nuestra vida diaria, sin dudar nunca de que... ¡Dios nos ama!

Comentarios

Antonio(28-09-2024)
Muy iluminador está interpretación de la lucha de Jacob con el ángel de Dios. Me inspira a rendirme al Señor y superarme. Gracias.
Nos alegramos de ello. No es contra Dios contra quien hay que luchar, aunque lo hacemos a menudo pidéndole que haga cosas o explicaciones de nuestro pasado. El enemigo es otro. ¡Ánimo!
Filiberto(25-05-2024)
En el camino para llegar a nuestro Señor caminamos en la noche, luchando en nuestra vida con Dios. Sin embargo, poco a poco nos va transformando en otro y, cuando llegamos a Él, ya somos otros llenos de su amor y gracia. Gracias. Que Dios los siga llenando de su amor.
Dios nos ama como somos y nos sueña mejores. ¡Que Dios nos bendiga a todos! La paz.
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