Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.- Hebreos 4, 12
Invocación al Espíritu Santo Para empezar la Lectio Divina hagamos la señal de la cruz y recemos el himno Veni Creator Spiritus. De esta forma pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a comprender y poner por obra esta Palabra que vamos a escrutar.
Lectura Esta lectura es una invitación a recorrer el camino de la Vida fiándonos de Dios, ya que su mirada abarca hasta lo más profundo del corazón del hombre, y al mismo tiempo es mucho más amplia en el tiempo y en el espacio que la nuestra. Leámosla con atención.
Destacar además que uno de los paralelos de la lectura nos reitera que la Palabra de Dios se cumple, y nos enseña hasta qué punto los planes de Dios tienen un alcance mucho más prolongado que los nuestros. Porque todo lo que tenemos, e incluso todo lo que somos, pasará; pero Dios y su Palabra no lo harán.
Meditación Esta Palabra nos invita muy claramente a volver a Dios fiándonos de Él y de su Palabra, incluso por encima de nuestros propios criterios personales. ¿Por qué? ¡Porque Dios nos ama! Y cualquier plan o proyecto de vida que haga Él especialmente para ti te hará mucho más feliz que cualquier pequeño proyecto que puedas hacerte. Recuerda que Dios te conoce profundamente. Él sabe qué es lo que te puede hacer realmente feliz. Sabe que es lo que necesitas de verdad. Sabe qué es lo que te puede hacer daño seriamente. Y sabiendo todo eso y mucho más puede y quiere regalarte el mejor proyecto de vida especialmente diseñado para ti. ¡Porque te ama!
Sin embargo, es difícil abandonar nuestros planes y criterios y fiarnos de Dios en periodos de prueba o sufrimiento. Sin embargo, conviene mantener siempre la esperanza, pues no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla (1 Corintios 10, 13). Dios te ama y todo, incluido el sufrimiento, tiene un sentido en Él. Por eso no tengas miedo y permítele a Él, y solo a Él, proyectar y marcar tu camino: el camino de la Vida.
Es cierto que en algunas ocasiones podemos pensar que la Palabra se retrasa en cumplirse, pero el Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión (2 Pedro 3, 9). Ten clarísimo que todo se va a cumplir en su momento preciso: el que Dios ha pensado con su sabiduría, pues la visión tiene un plazo, pero llegará a su término sin defraudar. Si se atrasa, espera en ella, pues llegará y no tardará (Habacuc 2, 3). ¿Y hasta entonces qué hacemos? ¿Cómo vivimos? Jesús nos dará una respuesta muy clara: Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora (Mateo 25, 13). Y la lectura también lo dice al principio: busca a Dios, recorre el camino de la Vida.
Sin embargo, muchas veces ese tiempo a nosotros nos parece demasiado, como le pareció en su momento a Marta. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano» (Juan 11, 21). Jesús podría haber salvado a su amigo Lázaro, hermano de Marta, antes de que muriera. Pero no lo hace, sino que se espera varios días y llega a su casa cuando ya está muerto. Jesús nos quiere demostrar en este pasaje que para Dios nunca es demasiado tarde, que para Él no hay nada imposible, y que puede dar sentido y plenitud a situaciones en las que humanamente no hay salida. Y en este caso lo hace resucitando a Lázaro. Además, como garantía de esto, Dios ya ha vencido a la muerte, el destino inevitable de tu vida, y te ha dado la esperanza de la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Él mismo ha entrado en la muerte para mostrarte que no tienes nada que temer, y para amarte hasta el extremo. ¡Dios te ama ciertamente! ¡Confía en Él y en su Palabra!
Una vez terminada la meditación, permanezcamos cinco minutos en oración silenciosa, meditando a la luz de la Palabra la siguiente pregunta: “¿Qué me dice Dios a mi vida concreta con esta Palabra?” Cuando más práctica, concreta y aplicada a nuestra vida sea la respuesta, mejor. Porque con esta Palabra Dios te esta hablando hoy personalmente a ti.
Oración Continuemos la Lectio Divina con una oración personal a nuestro Padre celestial, pidiéndole lo que necesitamos para llevar a nuestra vida esta Palabra, y dándole gracias por habernos ayudado a comprenderla. A continuación, recemos el Padre Nuestro y no nos olvidemos de nuestra madre María saludándola con un Ave María. Terminemos, finalmente, realizando la señal de la cruz con la intención de llevar esta Palabra con perseverancia a nuestra vida diaria, sin dudar nunca de que... ¡Dios nos ama!
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