No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme.- Salmo 121, 3
Mensaje a los débiles Dios te ama profundamente y tiene su mirada puesta siempre sobre ti, como corrobora Jesús diciendo: Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados (Mateo 10, 30). Es por ello que un cristiano, habiendo experimentado esta realidad, no teme al sufrimiento, a la persecución y a la muerte. Porque está seguro que Dios, su Padre, está siempre pendiente de él: Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio (Romanos 8, 28). Así pues, no hay nada que temer, pues como dice el Salmo: El Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre (Salmo 121, 8). ¡Él nunca te abandona, pues te ama! ¿Estás en una situación difícil? ¿No sabes qué hacer? ¿Te ves sin fuerzas? Eso es natural, porque las fuerzas y las capacidades humanas tienen un límite. A todos nos pasa lo mismo. Pero Dios dice: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad». Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo (2 Corintios 12, 9). ¡Con Dios todo es posible!
Fíate a Dios y lucha, con las armas de la luz que Dios te regala, por mantener esa confianza en Él. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza (Jeremías 17, 7). Pues de Dios son la gloria, el poder y la alabanza: Él tiene el control. ¡Y te ama! Por eso, si estás de parte de Dios no tienes motivos para temer absolutamente nada, pues Él es más fuerte que todo y que todos. Piensa que, como garantía de esto, Dios ya ha vencido a la muerte: tu destino final. Y te ha regalado la vida eterna... ¡Un nuevo destino! ¡Tu mayor enemigo ya está vencido! Por eso los mártires de Cristo mueren en paz y sin miedo, como se atestigua en muchísimos documentos antiguos y en tantos otros testimonios actuales. Porque ellos saben que Dios no les abandona. Saben que si están en esa situación de sufrimiento es por algo. Y sobre todo, tienen la esperanza de que Dios no los dejará en la muerte. ¡Porque han experimentado la vida eterna ya en la tierra! Han conocido el amor de Dios y dicen: Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor (Romanos 8, 38-39). Ante un amor tan grande, no hay lugar para el miedo. Por eso... ¡Alégrate!
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