Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.- Mateo 6, 24
Mensaje a los no pobres Jesús es muy claro con el dinero: No podéis servir a Dios y al dinero (Mateo 6, 24b). Y esto no se lo dice sólo a los ricos: se lo dice a todos. ¿Por qué? Porque aunque muchas veces no nos demos cuenta, el dinero suele ser el centro de nuestra vida. Y si el centro es el dinero, ya no lo es Dios. ¿Para qué trabajas? Para ganar dinero. ¿Por qué las peleas familiares? Por herencias y dinero. ¿Y entre amigos? Dinero. ¿Por qué hay corrupción? Dinero. ¿Por qué defraudar? Por dinero. No siempre es así, está claro, pero muchísimos de nuestros problemas son por dinero. Pero el dinero es necesario... ¿No? No: el dinero no es nada. Como mucho un mero instrumento. Lo único realmente necesario es Dios: No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso (Mateo 6, 31-32). ¡Y Dios te ama!
Dios provee. ¡Realmente provee! ¿Cómo? De muchísimas formas. En primer lugar, mediante la naturaleza. En segundo lugar, mediante la bondad de corazón de miles de personas que trabajan en ONGs o en servicios sociales. En tercer lugar, mediante los lazos familiares, que tantas veces son un soporte mutuo. Además, Dios también actúa mediante milagros puntuales y su Providencia. Y, por supuesto, lo más importante: Dios actúa a través de la caridad cristiana. ¡Dios actúa mediante tu propia persona! Y no hablamos de dar los céntimos que te sobran del café, ni de una afiliación de diez euros mensuales a una ONG. Esas cosas están muy bien y son preferibles a no hacer nada. Pero aquí hablamos de hacer limosna de verdad. De dar incluso lo que no te sobra. De no poner al dinero en el centro de tu vida. De renunciar a una herencia en favor de la unidad familiar. De no corromperse ni defraudar al estado. De no pleitear por dinero. De no romper amistades por dinero. De vivir según la caridad y no según el dinero. Y esto en la medida que cada uno sinceramente pueda, pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar (2 Corintios 8, 13). Por eso, es muy importante saber elegir correctamente... ¿Dios o el dinero? ¿Dios o un ídolo? ¿Dios o el maligno? Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón (Mateo 6, 21). Y Dios te quiere con Él, que es con quien realmente puedes ser feliz. No olvides nunca que... ¡Dios te ama!
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