Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros.- 1 Juan 1, 8
Introducción Los peligros y pecados en la era digital están, por desgracia, al alcance de cualquiera, y eso hace a estas cosas especialmente peligrosas. Por eso, a los hijos no debería permitírseles la exposición sin supervisión a Internet. Los padres y los hijos deberían discutir juntos lo que se ve y experimenta en el ciberespacio (Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales)[101], porque no todo es bueno. De hecho, internet es muy parecido a una calle, donde puedes encontrar de todo: muchas cosas buenas como tiendas de ropa y comida, sitios de evangelización, comunicaciones sociales, cines en línea, noticias, etc; pero también cosas malas como tiendas ilegales, exposiciones indecentes, centros de apuestas, fraudes, etc. La diferencia entre la realidad e internet está en que en internet ni hay policia que te vigile tan firmemente como en la vida real, ni hay una pérdida de honra o aprecio social por acudir a ciertos sitios pues "nadie te ve". Y esto es entre comillas, porque Dios siempre te ve. Por eso, los pecados cometidos en el mundo digital siguen siendo igual de dañinos para uno mismo, nuestras relaciones, y los demás que los que se cometen en el mundo real.
Robo, fraude y piratería En el mundo digital es muy fácil, apenas sin darse cuenta, acumular una gran cantidad de pequeños robos o fraudes que juntos pueden llegar a ser graves. ¿Cómo? Pues a través de la piratería. La definición de piratería incluye cualquier proceso que conduce a generar o consumir una copia de un producto audiovisual por medios ilegales, que son aquellos no autorizados por quienes poseen los derechos de esa obra: grabación en salas, compraventa o mera distribución de copias ilegales, descarga ilegal de internet, exhibición -gratuita o no- de copias no autorizadas o ilegales (Conferencia Episcopal Española)[29]. Es decir, si algo no lo has creado tú no es tuyo, y usarlo sin permiso del autor o sin pagar lo que él estipula justamente es, por definición, un robo.
Así pues, la piratería en el cine atenta contra los derechos legítimos de esta industria, directa o indirectamente, y contra su legítima aspiración al beneficio económico, y por tanto incurre en un pecado contra el 7º mandamiento de la Ley de Dios que dice «no robarás» (Conferencia Episcopal Española)[29]. Y lo mismo se puede decir de la piratería de música, libros, textos de las webs, imágenes, etc. Además, hoy en día es muy sencillo acceder a cualquier película o libro por un precio razonable, así como a toda la música del mundo a través de plataformas de suscripción. Para uso personal es muy sencillo, pues, se puede pagar un precio razonable por estos bienes digitales para que otros -como tú- puedan vivir también de su trabajo.
Por último, hay que realizar en este punto una mención muy importante a la «comunicación pública» (proyectar películas, poner música a otros en altavoces, interpretar obras de teatro, etc), ya que en estos casos no sólo estás usando tú ese "bien digital" sino que estás haciendo partícipe de él a muchas otras personas -más allá de familia y amigos- que igual no lo han comprado. Así pues, estos casos usualmente requieren de solicitar permisos o pagar tasas a «entidades de gestión colectiva de derechos de autor» (es decir, empresas que cobran una tasa para que puedas exponer libremente lo que quieras, y que luego hacen llegar ese dinero a los diferentes autores), y no hacerlo supone -en ocasiones- un fraude. Por supuesto, existen excepciones que permiten esta «comunicación pública» gratuitamente, como el uso de un pequeño fragmento a modo de cita, o la interpretación de música durante el culto religioso, entre otras. Al final, se trata simplemente de pagar por el trabajo de otras personas, igual que tú cobras por el tuyo.
Pornografía e indecencia En la red se puede encontrar prácticamente de todo, y eso incluye -por desgracia- la pornografía y sus variantes. La pornografía ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. [...] Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave (Catecismo 2354), pues es la prostitución del corazón. Y no sólo es pornografía un vídeo explícito, sino también cualquier escena de una serie o película que saque de la intimidad las relaciones íntimas o cualquiera de sus partes, aunque sea de forma simulada, dibujada o no explícita. Lo mismo se puede decir de relatos subidos de tono, imágenes indecentes en perfiles sociales, etc. Así pues, conviene no entrar nunca a sitios que expongan imágenes explícitas o similares, alejarnos de las aplicaciones y sitios de ligue, y comprobar de antemano la clasificación de edad de las diferentes películas y series que veamos.
Además, hay que prestar especial atención a los perfiles sociales de los adolescentes, que en algunas ocasiones rozan la indecencia. En muchos casos lo hacen arrastrados por el entorno que lo considera normal, o para ser apreciados por alguna persona de su interés; pero es importante comprender que el verdadero amor no mira a su cuerpo sino a su persona entera, y para verificarlo hace falta de la castidad y el pudor. Así pues, la educación y formación integral en la afectividad y moral católica es fundamental. Además, por su propio bien y seguridad, conviene poner límites y vigilar a los hijos en el mundo digital de la misma forma que lo hacemos en su día a día. Medidas concretas para ello sería poner el ordenador en el comedor a la vista de todos, no permitir pantallas en las habitaciones, retrasar el inicio en el uso del móvil, instalar filtros parentales en los diferentes dispositivos, etc.
Difamación en la red Una de las grandes ventajas de internet es la facilidad de obtener información de cualquier tipo y estar al día de todas las noticias. Sin embargo, se dan casos obvios en los que no existe ningún derecho a comunicar, por ejemplo el de la difamación y la calumnia, el de los mensajes que pretenden fomentar el odio y el conflicto entre las personas y los grupos. [...] Es evidente también que la libre expresión debería atenerse siempre a principios como la verdad, la honradez y el respeto a la vida privada (Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales)[100]. Así pues, como católicos no debemos fomentar o participar en estas plataformas o sitios, aunque tengan apariencia de periódicos o redes sociales. Por ejemplo, conviene no participar en linchamientos a través de redes sociales, no difundir bulos o cosas malas de terceras personas por los chats, no reírse de tragedias o errores de otras personas (vídeos de caídas o cutres, etc), etc.
Juego y ludopatía El juego y las apuestas nunca han sido bien vistos por la sociedad, y eso ha protegido a muchas personas de caer en estos terribles vicios. Vicios que, sin duda alguna, pueden arruinarte la vida. Sin embargo, la tecnología ha facilitado mucho el acceso a este mundo, haciendo que ya no sea necesario desplazarse a un local para jugar y apostar. Estas apuestas resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del juego corre peligro de convertirse en una grave servidumbre (Catecismo 2413) de la que pocos logran salir. Y ya no sólo hablamos de las clásicas apuestas deportivas, juegos de cartas, tragaperras o juegos de casinos (todo al alcance de tu mano en el móvil): los juegos "normales" hoy en día se diseñan también con estas dinámicas de fondo. Es el caso de los "diamantes", las "monedas premium", las "vidas extra", el "oro extra", los "bonus", las "monedas virtuales" y un largo etcétera de elementos presentes en casi cualquier juego virtual. Así pues, conviene no gastarse dinero en estas cosas y, si se hiciera, siempre de forma muy controlada, limitada y supervisada. Lo que hoy es gastarse una moneda, el mes que viene pueden ser diez y en unos años un problema muy serio. ¡No pierdas toda la belleza de tu vida por un vicio tonto!
Ciberbullying, estafas, y otros peligros Como en cualquier sitio, en internet también hay personas que optan por hacer el mal, y tú o tus hijos podéis ser las víctimas. Para evitar y reaccionar rápido ante casos de ciberbullying, conviene (como se ha comentado previamente) una especial vigilancia sobre el uso de la red de los menores, a los que debemos educar para que no hablen con desconocidos y nunca den información personal ni envíen ningún tipo de fotografía por la red. También hay personas que quieren estafarte. Nunca pagues por internet si no se trata de una empresa seria y reconocida, y mucho menos hagas caso de gurús del dinero fácil. Si una web habla de referidos, multinivel, dinero fácil y rápido, éxito garantizado, "hágase rico", ingresos pasivos, plan de compensación, bonos, trabaje desde casa, autoenvios o cosas por el estilo... ¡Desconfía! Estos son sólo algunos ejemplos de muchos otros peligros que se pueden encontrar en la red. Sin embargo, con una buena educación, algo de sentido común, y el preguntar a personas de confianza si uno no está seguro de algo, la mayor parte de estos peligros se pueden evitar.
La luz al final del tunel Si has caído en alguno de estos pecados o problemas no desesperes... ¡Cristo viene a salvarte! Y le acompaña su Iglesia que, sabiamente, tiene multitud de iniciativas para ayudar a las personas que por ellas mismas no pueden salir adelante. Así pues, no dudes en dar el primer paso: ir a hablar con un Sacerdote santo para que te oriente y te ofrezca el Sacramento de la Reconciliación en el que Dios... ¡Te lo perdona todo por amor a ti! Además, la red también tiene muchas cosas útiles y buenas, entre las que cabe destacar una gran multitud de iniciativas católicas como canales de televisión (EUKMamie, TeleCatólica, etc), de radio (Radio María, etc), programas infantiles (Valivan, etc), periódicos (InfoCatólica, Religión en Libertad, etc), tiendas (Blessings, The Fishermen, Creo, etc), revistas (Misión, Buena Nueva, etc), y muchísimas otras cosas. Por eso, también en internet... ¡No dudes en llamar a las puertas buenas!
Práctica Tengamos en cuenta que, durante el acto de contrición previo a la confesión, se deben tener presente los pecados informáticos, y tener un corazón contrito por haber pecado. Así pues conviene realizar la Lectio Divina de los siguientes pasajes, entre los que hemos incluido algunos para comprender mejor la santidad de la sexualidad y el matrimonio.
Finalmente conviene pasar de la teoría a la práctica, realizando una buena confesión y tomando medidas activas para cambiar nuestros malos hábitos.
Autoría La autoría original de este artículo pertenece a Daniel (España), a excepción de la parte práctica que es de Anónima (Colombia), con correcciones de estilo realizadas por «Curso Católico».
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