Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno.- Efesios 6, 16
Vivir con Fe ¿Cuántas veces llegan a nuestra vida los encendidos dardos del maligno? Porque ciertamente el maligno ataca continuamente, muchas veces con cosas que parecen insignificantes pero que cuya acumulación puede provocar la ruina, y otras veces con grandes golpes capaces de destruir una casa que no esté sólidamente cimentada en Cristo. De hecho, Jesús nos avisó diciendo: El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande (Mateo 7, 26-27). Porque lo que se le da bien al maligno es mentir, aprovechándose de tu sufrimiento. En él, el maligno te invitará a renegar de Dios e incluso a decir que no existe. Sin embargo, la fe te dice: Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio (Romanos 8, 28).
La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve (Hebreos 11, 1). ¿Y por qué es una garantía? Porque la fe no es ciega: se sustenta y alimenta de la experiencia personal del amor de Dios, que actúa en tu vida. Es decir, en las situaciones claves donde tú has visto a Dios actuando. Esta experiencia aviva la Fe y te defiende cuando el maligno te dice: ¡Dios te ha abandonado! Pero tampoco olvidemos que nuestra vida se basa en la Fe, no en la visión de Dios, por lo que muchas veces su acción será como invisible. En esos momentos, creer será un acto de libertad por nuestra parte, pero un acto que no es irracional, sino que se apoya en la experiencia de saberse amado por Dios. Si aún no tienes una experiencia propia de Dios es posible que debas apoyarse en la experiencia que tienen otras personas, a las que conoces y de las cuales te fías, mientras le pides a Dios que te regale esta experiencia de... ¡Conocerlo personalmente!
¿Qué creemos? La Fe tiene una parte fundamental de experiencia personal de Dios, que garantiza que es cierto lo que enseña la Iglesia Católica. Sin embargo, es necesario conocer también las verdades objetivas en que creemos. Así pues... ¿En qué creemos? Pues de forma muy resumida, los católicos creemos firmemente en todo lo que hay contenido en el Credo*:
Y esto se cree con la mente, es decir, como dogmas de Fe; y de forma existencial, es decir, con una experiencia de vida sobre cada artículo del credo. Además, existen otros dogmas de Fe que no están directamente incluidos en el credo, como la existencia del purgatorio o los relacionados con la Virgen María. Conocerlos es conocer tu Fe.
Fe y moralismo Muchos cristianos se esfuerzan en amar al enemigo y ser buenas personas, pero fracasan. Y fracasan porque es un error buscar la justificación por las obras de la ley, como dice San Pablo: Pero, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley. Pues por las obras de la ley no será justificado nadie (Gálatas 2, 16). Es decir, necesitamos la Fe. Pero tampoco nos engañemos en el sentido contrario. No sólo se justifica uno por la fe en Cristo, sino por las obras que de esta nacen: las obras de la fe. ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Tú crees que hay un solo Dios. Haces bien. Hasta los demonios lo creen y tiemblan. Pues lo mismo que el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Santiago 2, 14.17.19.26).
San Pablo escribe en contra del moralismo, pues no vienen primero las obras y por ella se alcanza la Fe, sino que primero viene la Fe por el Bautismo y cuando esta Fe crece y madura, produce frutos de vida eterna. Así lo explica Jesús diciendo: Y otra parte cayó en tierra buena, y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno. Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga» (Lucas 8, 8). Por eso, para poder ser cristiano es importante descubrir primero el amor de Dios, que alegra profundamente el corazón del hombre, y a partir de ahí, oponer una fuerte resistencia a lo que destruye la alegría (Benedicto XVI)[10]. Por eso, para crecer en la Fe y poder hacer obras buenas, no debes tratar únicamente de hacer esas obras buenas, sino principalmente de buscar a Dios en tu propia vida. Busca a Dios y Él se hará el encontradizo contigo, y de esta forma podrás hacer obras buenas sin que estas te supongan una carga abrumadora, pues nosotros amamos porque él nos amó primero (1 Juan 4, 19b).
Práctica Santo Tomás de Aquino fue un gran teólogo y defensor de la Fe católica. De él tenemos muchos documentos muy importantes, entre los que encontramos la exposición del Credo o símbolo de los apóstoles, que vamos a leer para obtener una comprensión mayor de nuestra Fe y de algunas de las desviaciones más comunes que podemos cometer. La necesidad de comprender bien el Credo radica en que, si no lo hacemos, difícilmente podremos vivir según la Fe. En las próximas secciones explicaremos de forma práctica cada artículo y complementaremos la explicación con este libro.
El credo es una síntesis de nuestra Fe y, como hemos visto, la Fe no es sólo intelectual sino también práctica. Por eso, conviene hacer una seria reflexión, en un contexto de oración, sobre cómo vivimos nosotros la Fe que se expone en el Credo. Pues... ¿Realmente seríamos capaces de hacer una profesión de Fe pública y bien defendida? Las siguientes preguntas, que debemos responder con nuestras propias experiencias de vida (no con la teoría), pueden ayudarnos a guiar nuestra reflexión.
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