Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones.- 1 Timoteo 2, 8
¿Por qué se pierde la Fe? En el artículo de investigación «Religious affiliation, education and Internet use» (Downey)[39] podemos ver un análisis estadístico de la afiliación religiosa que emplea los datos de la “General Social Survey” en Estados Unidos. Un artículo científico muy interesante que debemos aprovechar los católicos para aprender más sobre nosotros y nuestra sociedad en cuestiones relacionadas con la Fe, pues dichoso el hombre que se aplica a la sabiduría y razona con su inteligencia (Eclesiástico 14, 20). Y de este análisis podemos obtener pistas muy importantes para nuestra vida.
Según esta investigación, desde el año 1990 al 2010 ha aumentado un 10% la población de Estados Unidos que se ha declarado no religiosa (que en total es un 18%). Ésta disminución de la afiliación religiosa se explica con los siguientes factores: haber nacido después de 1970 (5%), estudiar en la universidad (un 0.5%), utilizar internet más de dos horas semanales (2%) y no haber recibido educación religiosa (2.5%). Esto nos indica que existe un movimiento generacional masivo de abandono de la religión, y que todo aquello que contribuye a exponer este movimiento a los jóvenes lo aumenta. Por ejemplo, internet como medio de comunicación sin restricciones, la universidad como primer lugar de independencia de la familia, y la falta de educación religiosa seria que mina las defensas contra este movimiento. Sin embargo, la pregunta fundamental del por qué de este movimiento queda por responder... Y para hacerlo conviene preguntarse: ¿Cómo vivimos nuestra Fe y qué testimonio damos para que pase esto?
Es importante saber también que hay dos factores que aumentan la posibilidad de ser religioso en la edad adulta. El primero de ellos es el recibir una educación religiosa de los padres, confirmándose la importancia de la transmisión de la fe en la familia, lugar ejemplar para dar testimonio de la fe, por su capacidad profética de vivir los valores fundamentales de la experiencia cristiana: dignidad y complementariedad del hombre y la mujer, creados a imagen de Dios, apertura a la vida, participación y comunión, dedicación a los más débiles, atención educadora, confianza en Dios como fuente del amor que realiza la unión (Instrumentum Laboris)[63].
Por otro lado, el segundo factor es si los ingresos económicos de la familia son suficientes para vivir dignamente. Aquí vemos la importancia de ejercer la verdadera limosna cristiana con los más necesitados, pues hoy y siempre se cumplen las palabras de las Escrituras que dicen: aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «Quién es el Señor?»; no sea que robe por necesidad y ofenda el nombre de mi Dios (Proverbios 30, 8-9). Y si podemos, como sociedad, garantizar un trabajo digno y una forma de vida económicamente estable para todos, pues mucho mejor; pues parece ser que alguien que se tiene que preocupar de cómo vivir, no se preocupa por Dios aunque... ¡Dios le ame y provea a sus necesidades! Sin embargo, y para terminar, mencionar que al final, y pese a todo esto, la decisión de creer o no creer queda en tus manos y en tu libertad. Así pues... ¡Declárate por Dios, que te ama!
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