Dijo, pues, a sus discípulos: «Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca!»- Lucas 17, 1
Escándalos en la Iglesia Los escándalos en la Iglesia, por desgracia, son una realidad. Y una realidad que el mismo Jesucristo nos advirtió. Corrupción, abusos a menores, rivalidades, luchas de poder, difamaciones, calumnias, etc. Algo que a todos los católicos nos debe apenar y, que de hecho, nos apena muchísimo, como dice el Salmo: Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría; si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él; pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad: juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios (Salmo 55, 13-15). De hecho, Jesucristo fue el primero en ser traicionado por uno de sus discípulos, sufriendo el primer escándalo de la Iglesia, y siendo además abandonado y negado por los demás. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?» (Lucas 22, 48), y acto seguido fue hecho preso, sufrió y murió en la cruz.
Esto nos enseña que el hombre es libre para elegir, y puede elegir muy mal, aunque haya estado toda la vida en la Iglesia. Por eso, recemos incesantemente primero por ellos, para que como el hijo pródigo (Lucas 15, 11-32), puedan arrepentirse y volver a la casa del Padre; y segundo por nosotros, para que Dios nos libre de caer en lo mismo, porque podemos. Como miembros de la Iglesia tenemos la misión de corregir a nuestros hermanos con caridad, pero sobre eso corregirnos mucho más duramente a nosotros mismos para evitar el error. Además, tenemos la misión de rezar por los que se han escandalizado o han sufrido por el pecado de alguien que decía ser católico. Es importante destacar lo de “pecado”, porque hay algunos que se escandalizan de la sana doctrina puesta en práctica. Y eso es bueno: es la luz de Dios que denuncia su vida. No nos olvidemos, en tal caso, de que nuestra misión es anunciarles que... ¡Dios les ama!
Dificultad en la Evangelización Las luces y las sombras en la historia de la Iglesia nos afectan en muchas ocasiones en nuestra vida, ya que cuando damos nuestro testimonio del Amor de Dios nos dicen: Sí, eso está muy bien, pero la Iglesia ha hecho tal cosa, así que no me cuentes cuentos. En realidad, la obra maestra de la propaganda anticristiana es haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los católicos, una mala conciencia, infundiéndoles la inquietud, cuando no la vergüenza, por su propia historia. [...] No ha habido problema, error o sufrimiento histórico que no se os haya imputado. Y vosotros, casi siempre ignorantes de vuestro pasado, habéis acabado por creerlo, hasta el punto de respaldarlos. En cambio, yo (agnóstico, pero también un historiador que trata de ser objetivo) os digo que debéis reaccionar en nombre de la verdad [...] Tras un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente sobre las tinieblas. Luego ¿por qué no pedís cuentas a quienes os las piden a vosotros? ¿Acaso han sido mejores los resultados de los que han venido después? (Léo Moulin)[84].
Además, hay muchas personas que durante mucho tiempo han tenido aversión a la Iglesia por sus enseñanzas morales o doctrinales, y usan los escándalos como pretexto para atacar a la Iglesia y a su doctrina como un todo. La realidad no es así, porque no se juzga algo por los que no viven según ese algo, sino por los que sí lo viven. Aun así, a diferencia de otras organizaciones y grupos, la Iglesia ha pedido perdón en muchas ocasiones, y trabaja continuamente para evitarlo de nuevo. Pese a todo, hay muchas personas que están cometiendo un suicidio espiritual, como decía San Francisco de Sales: Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy para evitarles un mal aún peor. Mientras que aquellos que causan el escándalo son culpables de asesinato espiritual, los que acogen el escándalo -los que permiten que los escándalos destruyan su fe-, son culpables de suicidio espiritual (San Francisco de Sales)[35]. Además, se han creado muchas leyendas negras que son armas potentísimas para atacar a la Iglesia, que exageran mucho los fallos mientras ignoran la cosas buenas de ciertas situaciones. Vamos a ver brevemente, a modo de ejemplo, algunas de ellas.
Galileo Galilei No. Galileo no murió en la hoguera condenado por la Inquisición. Tampoco demostró que era la tierra la que giraba alrededor del sol. Ni siquiera fue el primero en proponerlo. El primero en proponerlo fue Aristarco en el siglo III. Y después la teoría fue retomada por el clérigo católico Copérnico el siglo anterior a la propuesta de Galileo. Galileo retomó la teoría desarrollada por Copérnico añadiendo algunas “pruebas”, como las mareas, que en su mayoría eran causadas o demostraban otras cosas. Es decir, estaba equivocado. Y su enemigo no fue la Iglesia, sino un grupo de científicos de la época, que lo denunciaron al poder judicial (entiéndase, la Inquisición) por pura rivalidad académica. Y con los conocimientos de la época, la Inquisición determinó que Galileo no había aportado pruebas contundentes que probaran su modelo, por lo que le invitaron a continuar enseñando dicho modelo como una teoría más, y lo condenaron a un retiro domiciliario. Allí Galileo continuó su labor investigadora al lado de sus amigos (entre los cuales había varios sacerdotes) y, finalmente, murió confesándose católico e hijo de la Iglesia.
La Inquisición Española La Inquisición no condenaba a nadie a pena de muerte, sino que entregaba al acusado al tribunal real que era el único que podía condenar a muerte. Además, en sus casi cuatro siglos de existencia, los especialistas estiman en menos de 10.000 personas (Pérez, 2006)[94] las que fueron entregadas a los tribunales reales, muy por debajo de lo que se suele creer. Además, sólo se entregaba al acusado al tribunal real si no se arrepentía de un crimen grave o era reincidente en el mismo, pues si se arrepentía... ¡Estaba el Sacramento de la Reconciliación! Por otro lado, es cierto que la Inquisición, como todos los tribunales de aquella época, torturaba a los prisioneros para hacerlos confesar, pero mucho menos que cualquier otro tribunal. El tribunal completo debía apoyar este método para extraer la información del reo, y se aplicaba en sesiones de máximo quince minutos, siempre que un médico diagnosticara que el reo soportaría la prueba. Además, en sus manuales, ellos mismos lo contraindicaban, por lo que se empleaba muy poco: «El tormento no es un medio seguro de conocer la verdad. Hay hombres débiles que, al primer dolor, confiesan incluso los crímenes que no han cometido; en cambio hay otros, más fuertes y obstinados, que soportan los mayores tormentos» (Pérez, 2006)[95]. Además, para evitar condenas falsas, se le invitaba al acusado a confesar sin decirle de qué se le acusaba. De hecho, hay documentos históricos que afirman que los reos preferían ser juzgados por la Inquisición antes que otros tribunales.
Por supuesto, no nos olvidemos de que la Inquisición era un tribunal que estaba bajo el control directo de los Reyes de España, y no de la Santa Sede. Su función era la de mantener el orden civil (que en aquella época incluía el orden religioso) en el reino, velando por el cumplimiento de las leyes vigentes. Las condenas no eran crímenes, sino la aplicación de la justicia a criminales, estemos o no de acuerdo con las leyes de la época. Destacar que, si comparamos este tribunal con el que actualmente tiene EEUU, en el que solo en 2015 un total de 2.881 personas estaban en el corredor de la muerte esperando a ser ejecutadas (Bureau of Justice Statistics)[21], no parece que la Inquisición fuera tan “negra” para su época. En este horizonte se sitúa también el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. [...] De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y enmendarse (Evangelium Vitae 56)[79].
La Iglesia no retrasó la ciencia En muchas ocasiones se dice que si la Iglesia no hubiera existido ahora viviríamos en un mundo mucho más avanzado científica y tecnológicamente, porque la Iglesia retrasó el avance científico de nuestra sociedad mucho tiempo. Sin embargo, a la luz de la historia se puede ver que esto es completamente falso: la Iglesia no retrasó el avance científico. De hecho, sin profundizar mucho en la historia, podemos encontrar contundentes motivos de esto:
Pero lo más importante que debemos tener en cuenta es que la Iglesia católica no ha estado dos mil años en todo el mundo. De hecho, en muchos sitios aún no tiene casi presencia. Sin embargo, donde ha estado es donde la sociedad tiene los mayores avances científicos y un mayor desarrollo social... ¿Casualidad?
Los sacerdotes no son pederastas En primer lugar es fundamental reconocer los delitos que algunos miembros del clero de la Iglesia han cometido. Es importante también pedir perdón por no haber reaccionado adecuadamente ante estos casos en su momento, y poner todas las medidas necesarias para evitar que esto suceda de nuevo. Así pues, lo primero es secundar la respuesta de la Iglesia a los casos que realmente se han dado. ¿Cuál es esta respuesta? Una autocrítica muy dura, y un cambio muy serio que puedes conocer en:
La Iglesia ha evaluado las acusaciones referidas a unos 3000 casos de sacerdotes diocesanos y religiosos que remiten a delitos cometidos en los últimos cincuenta años [...] En el 60% de esos casos se trata más que nada de actos de “efebofilia”, o sea debidos a la atracción sexual por adolescentes del mismo sexo, en otro 30% de relaciones heterosexuales y en el 10% de verdaderos y auténticos actos de pedofilia [...] Los casos de sacerdotes acusados de verdadera y auténtica pedofilia son, entonces, unos trescientos [...] Hay que tener en cuenta que son 400.000 en total los sacerdotes diocesanos y religiosos en el mundo (Charles Scicluna)[106]. Esto es algo lamentable y que, por supuesto, nunca debería haber superado el 0%. Sin embargo, debemos hacernos una idea más realista de la magnitud del drama del abuso a menores, en el que estos abusos no constituyen más que una gota en un terrible oceano:
Es decir, los casos de abusos por parte del clero son ínfimos en la globalidad de este amplio problema, y esto no se corresponde con la percepción creada cuando estos casos tan tristes ocupan las primeras planas de los diarios (Charles Scicluna)[106].
Ante este drama hay que ser firmes en no permitir ni un sólo caso más; y en hacer lo posible por ayudar a las víctimas de cualquier tipo de abuso incluido, por supuesto, los llevados a cabo por miembros del clero de la Iglesia Católica, que ha pagado a las víctimas como resultado de los juicios cerca de 4.000 millones de dólares en Estados Unidos (Agencia EFE)[2]. Pero si a un padrastro o a un profesor no los llamas de buenas a primeras “pederasta violador de niños”, pese a representar la abrumadora mayoría de los que abusan, pues la mayoría de ellos son absolutamente inocentes; tampoco a un sacerdote se le puede llamar así, porque la gran inmensa mayoría de ellos son inocentes. Efectivamente, la mayoría de sacerdotes realmente se preocupan por las personas, dedican su vida al bien común y no paran de ayudar a los demás a través de multitud de iniciativas.
Como reflexión del bombo mediático que se le da a estos casos, pensad que durante la primera mitad del 2002, los 61 periódicos más importantes de California publicaron 2000 historias de abuso sexual en instituciones católicas, mayormente relacionados con acusaciones pasadas. Durante el mismo periodo, esos periódicos publicaron cuatro historias acerca del descubrimiento del gobierno federal de un escándalo de abuso sexual mucho más largo ―y continuo― en escuelas públicas (Tom Hoopes)[53]. Y esto es sólo un ejemplo entre miles de casos similares. La pregunta es... ¿Por qué los medios nos quieren hacer creer que el problema de la pederastia es de la Iglesia Católica?
La Iglesia y el SIDA Contrariamente a lo que se suele pensar, las propuestas de la Iglesia Católica sobre la sexualidad ayudan a reducir las tasas de infección de las enfermedades de transmisión sexual, entre las que destaca el SIDA. ¿Qué propuesta es esta? La de vivir las relaciones únicamente dentro del matrimonio en fidelidad mutua y exclusiva. Esto, además de eliminar el riesgo de contagio, permite vivir mejor el matrimonio. Así pues, por ejemplo, en Uganda se puso en marcha el método ABC, que consiste en un programa de prevención de tres capas, cada una de ellas más importante que la siguiente:
¿El resultado? Excelente, como demuestran varios informes médicos y sociológicos, que apuntan a una reducción del 70% de incidencia del SIDA en el caso de Uganda, que ha aplicado este método (Green, 2006)[51]. Y esto no se ha logrado en ningún otro país, pues fomentan fundamentalmente el uso del condón. Al final, está claro que cada uno es libre y puede elegir o no seguir estas directrices, pero proponerlas y promoverlas no obliga a nadie y ayuda a muchos, como los propios datos indican. Así pues, la próxima vez que te digan que la Iglesia tiene la culpa de que se propagan enfermedades como el SIDA porque rechaza el uso del condón, con los datos en la mano de casos como el de Uganda, puedes mostrarles la realidad.
Práctica Nadie se convierte por saber estas cosas, y una discusión sobre estos temas dificilmente acaba bien... ¡No te enzarces en ellas! La evangelización se hace siempre dando una experiencia de la Fe vivida, que las obras que haces deben corroborar. Entonces... ¿Por qué conocer todo esto? Para que la mención de alguna de estas leyendas negras no provoque en ti vergüenza y selle tus labios. Nada más y nada menos. Por eso, hoy la Iglesia te dice: Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios (2 Timoteo 1, 8). Y habla siempre bien de tu Madre la Iglesia... ¿O qué hijo no habla bien y con alegría de su madre cuando es tan buena con él?
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